Como Alea parece relajada, me decido a empezar otra de las actividades pendiente: fregar. Con todas las dudas imaginables le comento mi intención para que no vea que me voy sin más... y hasta la coloco en su mecedora para que esté más controlada. Pliego el cambiador y con sigilo me pongo a la faena...
El ruido de los cacharros se mezcla con los que se cuelan por el balcón: una persona que silba una melodía, pájaros y algunas voces, alguna moto lejana...
03:30 Parece que no le ha gustado mi decisión, pero no me queda más remedio que fregar... Lo mismo es hasta contra producente...quien sabe, puede que los ruidos de la vajilla... Intento calmarla hablándole pero no está siendo efectivo del todo... Al final, como era de esperar, la pequeña vence a la intención de su papá y, tras excusarme, cedo y me dispongo a satisfacer los deseos de la pequeña.
04:30 Por si faltaba algo, confundido entre los primeros compases de la primera canción (“Le Fabuleux Destin d'Amélie Poulain”, Yann Tierssen), los abuelos me llaman al videochat, pero no es el momento... ahora toca bailar con otra de sus sintonías habituales. Es ideal el ritmo , que le voy marcando dándole los clasicos golpecillos en el paquete, como de vals; las melodías redonditas y sencillas, arreglos divertidos... también me permite bailar a diferentes intensidades... giros, balanceos, pasitos facilones... nos lo pasamos en grande
07:35 Alea se ha olvidado del mundo y ha terminado cayendo... La dejo en su manta, sobre el sillón, me siento en la silla de oficina de la sala, frente al ordenador y aprovecho para chatear con la madre que, una vez terminada su baja (porque la ha compartido conmigo), ya se ha incorporado al trabajo. La pillo en la oficina y , así, le puedo pasar, via chat, un informe de situación.
Es un buen momento porque cuando Alea está tranquila y relajada o durmiendo... yo también me relajo y disfruto. En este caso también de los sonidos que se cuelan por la ventana: esos pájaros que, fugaces, chirrían, cantan o simplemente se escuchan; de la misma forma que las personas que pasan o están paradas, los niños que juguetean, algún perro, la sierra de la carnicería... existen.
Me recuesto en la silla para saborear un momento como este (vencido o vencedor)... pero Alea se empieza a intranquilizar... Yo le digo algo a ver por dónde sale, pero es que ya le tocartá mamar, pues hasta aquí hemos llegado...
El ruido de los cacharros se mezcla con los que se cuelan por el balcón: una persona que silba una melodía, pájaros y algunas voces, alguna moto lejana...
03:30 Parece que no le ha gustado mi decisión, pero no me queda más remedio que fregar... Lo mismo es hasta contra producente...quien sabe, puede que los ruidos de la vajilla... Intento calmarla hablándole pero no está siendo efectivo del todo... Al final, como era de esperar, la pequeña vence a la intención de su papá y, tras excusarme, cedo y me dispongo a satisfacer los deseos de la pequeña.
04:30 Por si faltaba algo, confundido entre los primeros compases de la primera canción (“Le Fabuleux Destin d'Amélie Poulain”, Yann Tierssen), los abuelos me llaman al videochat, pero no es el momento... ahora toca bailar con otra de sus sintonías habituales. Es ideal el ritmo , que le voy marcando dándole los clasicos golpecillos en el paquete, como de vals; las melodías redonditas y sencillas, arreglos divertidos... también me permite bailar a diferentes intensidades... giros, balanceos, pasitos facilones... nos lo pasamos en grande
07:35 Alea se ha olvidado del mundo y ha terminado cayendo... La dejo en su manta, sobre el sillón, me siento en la silla de oficina de la sala, frente al ordenador y aprovecho para chatear con la madre que, una vez terminada su baja (porque la ha compartido conmigo), ya se ha incorporado al trabajo. La pillo en la oficina y , así, le puedo pasar, via chat, un informe de situación.
Es un buen momento porque cuando Alea está tranquila y relajada o durmiendo... yo también me relajo y disfruto. En este caso también de los sonidos que se cuelan por la ventana: esos pájaros que, fugaces, chirrían, cantan o simplemente se escuchan; de la misma forma que las personas que pasan o están paradas, los niños que juguetean, algún perro, la sierra de la carnicería... existen.
Me recuesto en la silla para saborear un momento como este (vencido o vencedor)... pero Alea se empieza a intranquilizar... Yo le digo algo a ver por dónde sale, pero es que ya le tocartá mamar, pues hasta aquí hemos llegado...
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