Ahora seguro que Alea duerme más rato y me dejará hacer la comida. Hoy haré una crema de verduras... con puerros, cebolla, patata... un poco e aceite, sal.
El canto de un par de pájaros y el ladrido de un perro se cuelan en casa y hacen que pueda parecer una escena rural, pero el sonido sordo de la grúa del Borne se infiltra entre los primeros cortes de las verduras...
Mejor será si empiezo poniendo el cazo al fuego... la tapa... el agua... enciendo el fuego y, ahora sí, puedo seguir cortando los puerros, la cebolla y las patatas... y escuchar el paisaje. No hay ritmo, ni armonía, ni melodía, pero el canto de los pájaros, y su repetición casi constante; las voces de la calle (ahora dos árabes hablando, ahora una familia de turistas nórdicos; la grúa, sutil y obstinada; y los ruidos de dentro de casa se trenzan, se suceden, se encuentran y se alejan, va y vienen...
(05:10) el golpeo de la tapa de la olla, con su rítmica irregular, me dice que el agua empieza a hervir... Avisado por el timbre de una bici de la calle, apago el fuego, saco del armario la batidora, la monto, la pruebo.. y le subo el volumen al ordenador en el que veo las noticias del 24h de tve.
Con todo listo, (08:15) comienza la sinfonía para batidora y verduras hervidas, trituradas en la misma olla metálica, interpretada por la batidora Braun de 300 wats... Un inicio lento e intermitente no es más que el preámbulo de la composición...(09:39) sus golpecitos finales... y Alea, ni se entera (que suerte).
(10:00) De vuelta del concierto de batidora (que lo tapaba todo) continúan las noticias, los pájaros, las voces, la olla, la sal...
(11:18) Llega la mamá... Alea está todavía medio dormida... Yo ando sigo ttranquilo y dispuesto a comer. Después dejaré que madre e hija disfruten de la tarde... y yo con ellas.
El canto de un par de pájaros y el ladrido de un perro se cuelan en casa y hacen que pueda parecer una escena rural, pero el sonido sordo de la grúa del Borne se infiltra entre los primeros cortes de las verduras...
Mejor será si empiezo poniendo el cazo al fuego... la tapa... el agua... enciendo el fuego y, ahora sí, puedo seguir cortando los puerros, la cebolla y las patatas... y escuchar el paisaje. No hay ritmo, ni armonía, ni melodía, pero el canto de los pájaros, y su repetición casi constante; las voces de la calle (ahora dos árabes hablando, ahora una familia de turistas nórdicos; la grúa, sutil y obstinada; y los ruidos de dentro de casa se trenzan, se suceden, se encuentran y se alejan, va y vienen...
(05:10) el golpeo de la tapa de la olla, con su rítmica irregular, me dice que el agua empieza a hervir... Avisado por el timbre de una bici de la calle, apago el fuego, saco del armario la batidora, la monto, la pruebo.. y le subo el volumen al ordenador en el que veo las noticias del 24h de tve.
Con todo listo, (08:15) comienza la sinfonía para batidora y verduras hervidas, trituradas en la misma olla metálica, interpretada por la batidora Braun de 300 wats... Un inicio lento e intermitente no es más que el preámbulo de la composición...(09:39) sus golpecitos finales... y Alea, ni se entera (que suerte).
(10:00) De vuelta del concierto de batidora (que lo tapaba todo) continúan las noticias, los pájaros, las voces, la olla, la sal...
(11:18) Llega la mamá... Alea está todavía medio dormida... Yo ando sigo ttranquilo y dispuesto a comer. Después dejaré que madre e hija disfruten de la tarde... y yo con ellas.